Recuerdo los caramelos antes del
horror. Pero este se escapó de mi mente atormentada. Así que no encuentro una
razón para sufrir. Mas esta lección no olvidaré. No confiaré en extraños ni
aceptaré sus regalos, pues la malicia sabe esconderse en cualquier sonrisa. No
sé lo que ocurrió, ni quiero saberlo, y por ello acepto que por alguna cósmica
razón, aquel febrero solo tuvo veintisiete días. Así es como sigo adelante, y
como soy feliz.
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